Las Trece Colonias es el nombre que se ha dado históricamente a las posesiones coloniales de Gran Bretaña en la costa atlántica de América del Norte comprendida entre Nueva Escocia y Florida, y que a fines del siglo XVIII se unificaron bajo un gobierno independiente para crear los actuales Estados Unidos.
Gran Bretaña había establecido colonias en América del Norte desde 1607, cuando se fundó la primera población permanente de colonos británicos en Jamestown, Virginia. A lo largo del siglo XVII aumentó la población de este asentamiento y se fundaron muchas otras colonias de origen británico, usualmente dotadas de una gran autonomía en sus asuntos internos, pero sujetas al dominio de Gran Bretaña.
Un rasgo importante de estas colonias era que su población de origen europeo era bastante heterogénea, pues a los iniciales inmigrantes ingleses se unieron después escoceses, irlandeses, alemanes, flamencos y hugonotes franceses. A mediados del siglo XVII Suecia y los Países Bajos también habían fundado pequeñas colonias en la costa norteamericana, pero cuando Inglaterra conquistó tales asentamientos su población también fue absorbida por las Trece Colonias, aumentando la diversidad en la población. La religión era también otro factor de gran diferenciación, pues en estas colonias se asentaron diversas denominaciones religiosas de Inglaterra que eran perseguidas o discriminadas en su tierra natal, como los cuáqueros o católicos, con el fin de continuar sus creencias lejos del control de la Corona británica. En el siglo XVIII estos asentamientos se habían extendido a lo largo de la costa hasta las cercanías de los Montes Apalaches.
Gran Bretaña había establecido colonias en América del Norte desde 1607, cuando se fundó la primera población permanente de colonos británicos en Jamestown, Virginia. A lo largo del siglo XVII aumentó la población de este asentamiento y se fundaron muchas otras colonias de origen británico, usualmente dotadas de una gran autonomía en sus asuntos internos, pero sujetas al dominio de Gran Bretaña.
Un rasgo importante de estas colonias era que su población de origen europeo era bastante heterogénea, pues a los iniciales inmigrantes ingleses se unieron después escoceses, irlandeses, alemanes, flamencos y hugonotes franceses. A mediados del siglo XVII Suecia y los Países Bajos también habían fundado pequeñas colonias en la costa norteamericana, pero cuando Inglaterra conquistó tales asentamientos su población también fue absorbida por las Trece Colonias, aumentando la diversidad en la población. La religión era también otro factor de gran diferenciación, pues en estas colonias se asentaron diversas denominaciones religiosas de Inglaterra que eran perseguidas o discriminadas en su tierra natal, como los cuáqueros o católicos, con el fin de continuar sus creencias lejos del control de la Corona británica. En el siglo XVIII estos asentamientos se habían extendido a lo largo de la costa hasta las cercanías de los Montes Apalaches.
En 1733, los colonos ingleses habían ocupado 13 colonias a lo largo de la costa del Atlántico, desde Nuevo Hampshire en el norte hasta Georgia en el sur. Una vez lograda la independencia, resultó muy complicado poner de acuerdo a todas las antiguas colonias si seguían como Estados independientes, o se reunían en una sola nación. Tras varios años de negociaciones, en 1787, 55 representantes de las antiguas colonias se reunieron en el Congreso de Filadelfia con el fin de redactar una constitución. Se creaba así un único gobierno federal, con un Presidente de la República y dos Cámaras Legislativas (Congreso y Senado) como solución intermedia. Redactó también la Constitución de 1787, y llamó a las elecciones por las cuales George Washington fue investido primer Presidente de los Estados Unidos.
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